jueves, 26 de abril de 2012

Concentración nacional de motos clásicas ciudad de Daimiel 2012

Como todos los años, he sido invitado por el Motoclub Brujas, a la concentración anual de Motos Clásicas que este motoclub viene celebrando desde hace ya catorce años. Yo no pertenezco al motoclub, pero desde hace ya bastantes años, vengo haciendo por encargo del presidente  y amigo mio, José Carlos García-Carpintero, y sin ningún tipo de lucro, el cartel anual de las concentraciones y el reportaje fotográfico de la misma.
Pues bien, ese domingo me levanté algo más temprano de lo que es habitual en mi, para iniciar el reportaje fotográfico según fueran llegando los asistentes mas madrugadores.
A las ocho de la mañana ya se estaba ofreciendo un desayuno con churros dentro de los salones de Lady Gema enfrente de la Plaza de san Pedro, desayuno que me perdí por llegar ya desayunado de casa (el año que viene no me pasará eso). Mientras se desayunaba, los participantes se iban inscribiendo en unas mesas habilitadas para tal fin y la cosa se iba animando:
- ¡ Hombre, ya habéis llegado!
- ¿Como va eso?
- ¿Has traído este año la Guzzi o la Montesa?
- La moto es de la 2º Guerra mundial ¿De donde la sacaste? ¡Estais hechos unos chavales!...


Los participantes, entre sí, se mostraban las motos, revisaban los adornos, los motores y, se contaban mil y una peripecias que tenían que haber solventado para  poder venir a la concentración. Los organizadores se afanaban en dar las ordenes pertinentes a los bloqueadores de calles y carreteras, consejos a los de Protección Civil, al "camión escoba". Todo estaba a punto para echar a rodar.
Entonces, después de haber hecho una serie de fotos, me dispuse a irme para esperarlos al desvío del carreterín de Fuente el Fresno y allí estuve esperando un buen rato...     ya, a eso de las diez y pico, los oí llegar por la carretera de Malagón petardeando y alborotando todo aquel silencio al que yo ya me había acostumbrado en mi espera.
El punto fue bueno para hacer las fotos, pues me venían de frente y a 5 m tenían que casi detenerse  y desviarse de la carretera al carreterín, así que aproveché y saqué una serie, conforme iban llegando.

Acto seguido subí en mi coche y me marché a toda prisa al Mirador de la Mancha que está junto a la ermita de San Cristobal.
 Es este un enclave precioso en primavera, perfumado con el romero y la jara de la sierra ; matizado con miles de tonos verdes; sembrado de todo tipo de florecillas y, desde lo alto, allá donde la vista se pierde en la inmensa llanura, los tonos saturados se suavizan, se matizan de una tonalidad gris azulada entre la que se destaca, como una pequeña culebrilla unos puntos multicolores que se mueven por la carretera de la Fuente el Fresno.  El murmullo lejano va aumentando, y pronto ya vamos escuchando claramente el  ronquido de las motos que comienzan a subir la sierra. Algunas notan el esfuerzo y petardean como quejándose mientras pierden fuerzas; otras se envalentonan y pasan rugiendo a mi lado mientras fotografío a sus dueños retorciendoles el acelerador.  Al final subieron todas menos una que requirió auxilio del coche escoba.
Allí, en el mismo mirador, se nos deleitó la vista con esa espléndida planicie, mientras que el paladar también se deleitaba con unas aromáticas gachas y unas sabrosas migas, típicas del terruño. Así pues los estómagos se calmaron y la gente se predispuso a las conversaciones dicharacheras, cosa que  ocurre cuando se está a gusto y reposados.
Las motos, mientras tanto, aparcadas unas junto a otras, conformando hileras a uno y otro lado del camino, tomaban su merecido descanso después de ese ajetreo.
Cuando ya el personal, decidió terminar con ese estado de plácido reposo y retomar el camino de vuelta, me adelanté a su salida para buscar otro punto estratégico desde donde disparar mi cámara fotográfica, y fue aquí, en ese momento en que bajaba cuando me encontré con un miembro de protección civil de Villarrubia que me apremiaba a bajar rápido. Al principio me retuve un poco, pero ante su insistencia apresuré el paso y bajé acelerando entre las curvas de la carreterilla; cuando, de repente me adelantó un ciclista a toda velocidad. Creyéndome en medio de una carrera ciclista, como así era,  aceleré un poco más sin que ningún otro participante en esa carrera me adelantara, y así, hasta que conseguí salirme de su circuito.

 
Posteriormente me contarían que por descuido, o por no poner mucho celo en evitarlo, las autoridades pertinentes permitieron que dos actividades(carrera ciclista y concentración motera) se solaparan en tiempo y lugar, haciendo esperar a nuestro grupo cerca de una hora para poder bajar de San Cristobal, con el consiguiente malestar y enfado de los miembros del motoclub y sus invitados.
Por la carretera de Villarubia a Daimiel, me encontré con vario pelotones de ciclistas a los que tuve que adelantar y que luego fotografiaría en mi puesto de Zuacorta.
Yo mientras tanto, me desesperaba esperando junto al ojo que había surgido allí, haciendo cábalas sobre la tardanza del grupo, pues ya llevaban casi una hora de retraso y, cuando estaba a punto de coger el coche para averiguar lo que pasaba, vino un vehículo con unos pasajeros que me llamaron la atención. Eran  mi compañero Gabriel Negrete y sus cuñados que venían a ver el ojo. Cuando, después de interrogarme, les dije lo que estaba haciendo decidieron quedarse conmigo haciendome compañia, pues su otro cuñado, Nico, era uno de los de la concentración. Pues pasó aún otra media hora hasta que  los vi bajando la cuesta.
Bien colocado como estaba, hice otra serie de fotografías. Al pasar me dijeron que habían suprimido la visita guiada al Museo Local con la que el Ayuntamiento de Daimiel, de alguna forma, agasajaba a los participantes en este evento; que nos dirigíamos directamente al club de tenis a tomar la cervecita con su correspondiente tapa  y después a lucirse en la Plaza.
Así se hizo, se llegó a la plaza con el pertinente alboroto, la gente, y entre ellos el SR. Alcalde, que había estado esperándonos, nos preguntaba la causas del retraso,  y los demás, se dedicaban a mirar y a admirar las clasicas aparcadas enfrente del Ayuntamiento.  Ahí nos tomamos otra cervecita, esta de nuestro propio furgón de avituallamiento, e inmediatamente después se nos indicó que nos fuéramos a comer pues ya eran las tres de la tarde y, la gente, muy sumisa y obediente,  dirigieron sus ruedas hacia los salones donde nos esperaban ya preparados los camareros.

La comida fue perfecta: buena compañía, buen vino, buenos platos y buena conversación.
Yo, en ese momento, me di cuenta de que tenia la tarjeta de la cámara fotográfica llena y tuve que borrar unos veinte archivos de fotos sin importancia para dejar hueco para fotos que había que hacer en la entrega de presentes y premios.
Me dio el tiempo justo a borrarlas y continuar con mi reportaje.
Cuando se terminó de entregar los presentes, ya eran cerca de las seis de la tarde y la gente se comenzó a despedir. Yo por mi parte, sin hacer mucho ruido, me despedí de un par de persona y me marche descuidadamente a mi casa y lo que me pasó a continuación os lo contaré en el siguiente post, pero os aseguro que pasé un mal rato.





1 comentario:

Unknown dijo...

Hola buenas tardes, me ha gustado la crónica de la concentración y lo bien que has reflejado todo lo que nos ocurrió.

Me gustaría saber como conseguir las fotografías del evento o por lo menos, saber si hay alguna en la que salga yo y mi Mobylette marrón. (yo voy con un casco granate). Agradezco tu contestación a manzanerojuanleandro@gmail.com