Andaluces de relámpago, nacidos entre guitarras, los llamó Miguel Hernández en su poema Vientos del Pueblo.
Andaluces creativos, artistas entrañables, amenos, acogedores y con sentimiento, digo yo después de haber saboreado este frío y húmedo fin de semana con ellos y con ellas las actividades lúdico_creativas del encuentro de acuarelistas que, Hispacuarela , ha celebrado en la ciudad de Úbeda.
Cuando el llegó el tan esperado 27 de abríl, y como siempre que acudo a una "quedada" con los compañeros de Hispacuarela, ya tenía todos los bártulos en en coche desde el día anterior esperando meter la maleta y salir.
Amanecíó un viernes primaveral, con un cielo luminoso, despejado. Con temperaturas que se iban haciendo más cálidas conforme iba avanzando el día, como animando a viajar.
Fue un viaje un poco agitado por la coincidencia en el tiempo de varios eventos (La Romería de la Virgen de la Cabeza, El Premio de Motociclismo de Jerez, La Feria de Sevilla) que llenaron la Autovia A-4 en nuestra bajada del Despeñaperros hasta La Carolina, ahí, tomamos una carretera nacional, la A-301 que nos llevó, ya más tranquilamente, a través de paisajes en los que predominaban primero las dehesas y después el olivar. En un entorno, mejor, en un inmenso bosque de olivos centenarios, cerca del frescor de un pantano, nos paramos a descansar y tomar un pequeño refrigerio. Eran las tres de la tarde, el cielo de un azul brillante y, hacía calor.
Quién diría que durante la noche se iba a producir un cambio tan brusco.
En fin, después de ese pequeño tentempié, a la media hora avistamos la ciudad de Úbeda y nos adentramos en ella. Preguntamos por el hotel Husa Rosaleda de D. Pedro y se nos ofrecieron amablemente a acercarnos con su coche. Por un descuido, o por un malentendido nos perdimos y hubimos de preguntarle a otro ubetense, que también, amablemente, se ofreció a dirigirnos con su coche; y así lo hizo, llevándonos hasta la misma puerta del hotel . Cuento esto por que imaginad la buena impresión que me causaron desde ese momento los habitantes de esta hermosa ciudad.
Tomamos posesión de nuestros aposentos sobre las cuatro de la tarde e inmediatamente nos comunicaron desde recepción de una reunión que tendría lugar en unos de los salones a las 8 de la tarde. Así pues nos dedicamos a dar un buen paseo para hacer hora por las callejas, plazas y parques que hay allí.
Cuando volvimos al hotel nos encontramos a Alfonso, Compañero de Hispa, manchego de la Roda y al que yo creía domiciliado en Campo de Criptana. No lo conocía en persona pero la foto del avatar no mintió en este caso. Estaba departiendo con una pareja de Úbeda y se tuvieron que marchar con ellos, pero al poco tiempo llegó nuestro anfitrión Antonio, Tito Livio dentro del foro, a darnos la bienvenida y a acompañarnos hasta la reunión que iba a tener lugar allí mismo.
En la reunión se nos explicó las posibles variaciones en el programa según los últimos partes meteorológicos.
Y después tuvimos una cena en el mismo hotel donde nos fuimos conociendo, todos los que no nos conocíamos personalmente. Para rebajar la cena y puesto que hacía una temperatura muy agradable, salimos a dar un paseo por la Úbeda monumental iluminada y, finalizado el paseo, a dormir y prepararse para el día siguiente rogando que se hubiera equivocado el parte meteorológico.
Se despereza Úbeda en la mañana del sábado día 28 de abril y, antes de asomarnos a la ventana ya adivinamos, por el chapoteo del agua en los charcos y por el correr de los canalones, que el día va a ser metido en agua. Pero... ¿Cual es la esencia de la acuarela? ¿Acaso no es el agua?
Así pues con la moral alta nos disponemos con nuestros caballetes a buscar un lugar al resguardo de la pertinaz lluvia. Alfonso, se aligera de todo equipaje y parte con un bloc una caja de acuarela y su “pincel de agua” y arranca por peteneras desde el atril que el propio hotel tiene en la puerta para exponer el menú del día. Aparece perfilado, casi terminado el primer apunte de una puerta blasonada que hay enfrente de nuestro alojamiento. Posteriormente nos dirigimos con el instrumental, a uno de los lugares previamente previsto por nuestros anfitriones en caso de lluvia.Montamos los caballetes y comenzamos a trabajar los grises, los reflejos, el agua que se derrama desde los nubarrones, los elementos arquitectónicos, las perspectivas. Comenzamos con ahínco pero... poco a poco el frio, que venía en finas rachas, se enfilaba por el callejón y nos dejaba las manos heladas aunque no el ánimo.
Una comida amena, buena compañia, buenos platos y comentarios sobre nuestro trabajo. Julián y Alfonso se descubrieron como una buena pareja de espectáculo cómico y pasamos una velada feliz entre risas jalonadas de conversaciones serias.
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