Hoy nos hemos levantado un poco más tarde, los noctambulos no solemos madrugar mucho. Nos hemos aficionado al chocolate con churros y, allí pasamos mas de media hora disfrutandolo y comentando lo ocurrido y por supuesto, conociendonos más a fondo y trabando amistades. La mañana está fresca y nos juntamos por fin todos en la rampa de la zona de aparcamientos y vamos calentando los coches que están heladitos. Nadie quiere ser el primero, supongo por si se pierde y pierde a los demás. Por fin José Antonio inicia la expedición y los demás a seguirlos . Hoy vamos en mi coche.
Yo soy de tierra llana y esas velocidades por el puerto con un barranco continuo a la derecha me impone por lo que me lo tomo con tranquilidad. Somos los últimos . José me dice:
- ¿ No vamos muy rápido verdad?
-No, a treinta y cinco.
-Efectivamente, me responde el muy guasón, treinta y cinco son los coches que llevamos detrás.
Miro por el retrovisor y, efectivamente, una fila de al menos veinte coches iban detrás de nosotros sin poder adelantarnos. Por fin llegamos a Iruela y allí estaba el resto de la cuadrilla. Parados sin saber si subir el coche al pueblo. Nosotros preguntamos como se subía y alli fuimos , está vez los primeros. El pueblecito, una maravilla, las cuestas , en primera hasta la misma plaza del pueblo.
¡¡Al castillo. Allí no se podía ir con coche, había calles con escaleras o con empinadas ramplas y esquinas estrechas . Imposible,
Todos con los bártulos al hombro camino del castillo. Y allí, sobre una imnensa roca, con el abismo a sus pies, se alza majestuosa, imponente, la torre del Castillo de Iruela.
Como un movimiento reflejo a todos se nos abren los ojos de par en par para obsrvar todos sus detalles, pero casi al instante se nos entrecierran para ver las masas de luces y sombras que se originan con el explendido dia que tenemos hoy.
Yo busco a José con la mirada, pues en su carrito de compra es donde transportamos todos los materiales y sin ellos no puedo comenzar. No aparece... mientras tanto busco ubicación para comenzar a pintar y voy con la cámara tomando algunas instantáneas por los alrededores . Por fin vemos bajar por una zona casi inaccesible al todoterreno de Paco, nuestro guia, con José Pulido al lado.
Respiro tranquilo.
Nos colocamos en una escalera, con la gente serpenteando entre nosotros.
Aguantamos las molestias porque era la mejor vista.
Y alli, yo de nuevo, el más lento.
Todos en animada conversación, con continuas bromas y comentarios jocosos, y con algúna que otra picia que hizo a uno que no estaba muy contento con lo que hacía rompiera en veinte o treinta pedazos la acuarela. Se recuperó pronto, haciendo otra.
A mí me dejan pasmado la rapidez y precisión con que trabajan. Todos casi habían terminado, José el primero. Siempre con su limpieza habitual y sus rocas violáceas
Yo hice una casi clásica y a José le gustó y dijo.
- Esta pa mi - y se la quedó.
Yo encantado de que le hubiera gustado tanto como para quedarsela.
Comenzaron a bajar los que pintaron en el castillo y fuimos a un bar a orinar, por que yo particularmente estaba cocido, y por lo que vi, Pepe también. Nos tomamos una cerveza fresquita, y luego, vimos a un grupito de compañeros que mantenián una animada tertulia en unos veladores, y alli que nos fuimos a participar de la misma.
Nuestros y nuestras conyuges, ya habían acabado de visitar una cooperativa de aceite y algunas venían cargadas con garrafas del dorado líquido.
Se termió la tertulia y... en ese mismo pueblo, en Iruela, en el hotel , acontecieron los famosos hechos del morisco que vendía badiles.
Pero esa ya es otra historia que se contará díos mediante en póximos días.
. A la izda, pintando el castillo desde la escalera.
. A la drcha estoy en plena faena.
Yo soy de tierra llana y esas velocidades por el puerto con un barranco continuo a la derecha me impone por lo que me lo tomo con tranquilidad. Somos los últimos . José me dice:
- ¿ No vamos muy rápido verdad?
-No, a treinta y cinco.
-Efectivamente, me responde el muy guasón, treinta y cinco son los coches que llevamos detrás.
Miro por el retrovisor y, efectivamente, una fila de al menos veinte coches iban detrás de nosotros sin poder adelantarnos. Por fin llegamos a Iruela y allí estaba el resto de la cuadrilla. Parados sin saber si subir el coche al pueblo. Nosotros preguntamos como se subía y alli fuimos , está vez los primeros. El pueblecito, una maravilla, las cuestas , en primera hasta la misma plaza del pueblo.
¡¡Al castillo. Allí no se podía ir con coche, había calles con escaleras o con empinadas ramplas y esquinas estrechas . Imposible,
Todos con los bártulos al hombro camino del castillo. Y allí, sobre una imnensa roca, con el abismo a sus pies, se alza majestuosa, imponente, la torre del Castillo de Iruela.
Como un movimiento reflejo a todos se nos abren los ojos de par en par para obsrvar todos sus detalles, pero casi al instante se nos entrecierran para ver las masas de luces y sombras que se originan con el explendido dia que tenemos hoy.
Yo busco a José con la mirada, pues en su carrito de compra es donde transportamos todos los materiales y sin ellos no puedo comenzar. No aparece... mientras tanto busco ubicación para comenzar a pintar y voy con la cámara tomando algunas instantáneas por los alrededores . Por fin vemos bajar por una zona casi inaccesible al todoterreno de Paco, nuestro guia, con José Pulido al lado.
Respiro tranquilo.
Nos colocamos en una escalera, con la gente serpenteando entre nosotros.
Aguantamos las molestias porque era la mejor vista.
Y alli, yo de nuevo, el más lento.
Todos en animada conversación, con continuas bromas y comentarios jocosos, y con algúna que otra picia que hizo a uno que no estaba muy contento con lo que hacía rompiera en veinte o treinta pedazos la acuarela. Se recuperó pronto, haciendo otra.
A mí me dejan pasmado la rapidez y precisión con que trabajan. Todos casi habían terminado, José el primero. Siempre con su limpieza habitual y sus rocas violáceas
Yo hice una casi clásica y a José le gustó y dijo.
- Esta pa mi - y se la quedó.
Yo encantado de que le hubiera gustado tanto como para quedarsela.
Comenzaron a bajar los que pintaron en el castillo y fuimos a un bar a orinar, por que yo particularmente estaba cocido, y por lo que vi, Pepe también. Nos tomamos una cerveza fresquita, y luego, vimos a un grupito de compañeros que mantenián una animada tertulia en unos veladores, y alli que nos fuimos a participar de la misma.
Nuestros y nuestras conyuges, ya habían acabado de visitar una cooperativa de aceite y algunas venían cargadas con garrafas del dorado líquido.
Se termió la tertulia y... en ese mismo pueblo, en Iruela, en el hotel , acontecieron los famosos hechos del morisco que vendía badiles.
Pero esa ya es otra historia que se contará díos mediante en póximos días.
. A la izda, pintando el castillo desde la escalera.
. A la drcha estoy en plena faena.
1 comentario:
El post es del 2007 y yo llego a el navegando en febrero del 2009, a lo mejor ya ni se actualiza el blog.
Pero al ver los cielos que ha pintado he visto los fondos que yo pongo a algunos de mis pañuelos.
Soy pintura de seda, humilde principante, y me gusta ver el trabajo de otros para aprender y su pagina me ha gustado mucho.
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