lunes, 12 de noviembre de 2007

EL MORO QUE VENDÍA VADILES

Dejamos el anterior capítulo entrando en el hotel de Iruela, de cuyo nombre no consigo acordarme, y allí nos aprestamos a dar buen fin a las viandas que nos sirvieron. Todas de gran calidad, así pues nos animaron no sólo el estómago sino también el humor y, entre broma y broma , entre chiste y chiste a José Pulido se le ocurre echarse el capuchon de una especie de camisola abrochada con cordones que llevaba puesta,y oye, que parecía un autentico moro. Le digo:
-Por que no coges una alfombra o algo y a ver si lo vendes.
No encontramos ninguna alfombra, pero vi por allí un badil con el mango dorado y se lo di, entonces dijo:
-Esto lo vendo yo.
Y empezó mesa por mesa con la letanía de "paisa, paisa... barato,barato" y de esta guisa nos alegró a todos la sobremesa.

Aquí en la foto que hizo Carmelo para hispacuarela se le puede ver regateando.

Tras esta amena sobremesa y con ganas todabia de hacernos otra acuarela, volvimos para Arroyo Frio y nos paramos en un lugar que la tarde anterior tanto José como yo le habíamos echado el ojo . Era un rincón, debajo de un puente, donde el rio Guadalquivir era sólamente una reguera de agua que bajaba entre las piedras y se detenía un momento en un pequeño remanso que había antes de llegar al puente. Allí el agua creaba unos reflejos preciosos que contrastaban con una ladera amarilloverdosa y unos arboles entre grisaceos y violetas.

En esa zona habían unas ondulaciones del agua que caía de las piedras y de una pequeña fuente situada debajo del puente y a nuestra derecha. Todos quedaron prendados de ese maravilloso rincón ,y ahí instalamos los caballetes, o simplemente nos sentamos en un muro que había y... a pintar.

Hacía humedad y un poco fresco y al final se hizo notar.

José Antonio estaba emperrado en llevarnos a otro sitio en el que no tendríamos que luchar ni contra la humedad, ni contra el frío ni contra la falta de luz que nos obligó a ir deprisa hasta quedarnos casi a oscuras y seguramente tan bonito como en el que estábamos, pero era imposible hacernos razonar.
Digo pues que estabamos como se nos ve en la foto pintando con toda la rapidez del mundo y felices.
¿Saben quien fue el primero en terminar , y bien?
Si señor, fue de nuevo José, y... ¿saben quien de nuevo aguantó hasta quedarse sin luz y no consiguió terminarla?
-Pues yó.

Pero la dejé casi cuajada y con un poco de foto y el recuerdo del frescor del lugar logré crear esta acuarela de la que no estoy demasiado orgulloso, por que creo que tantos detalles he querido meter que al final el espectador se pierde entre ellos. La coloqué en el cajon desastre y a mis compañeros les gustaba la acuarela, por lo que tuve que retirarla de dicho cajón de los desastres y ponerla de nuevo en circulación.
Cuando terminamos de recoger ya era casi de noche y tras dejar algunos artiligios en el apartamento, nos reunimos de nuevo en la tertulia como era habitual para comentar lo realizado y lo que surgiera y comernos el jamoncillo, el paté y el queso correspondiente. Y allí se nos hizo de nuevo las 12 y mediá de la noche y nos marchamos por que al día siguiente debíamos irnos para Ubeda y luego a casa.

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